Pasar el fin de año en
Venezia es una experiencia inolvidable!. Y más allá del tópico, esta experiencia deviene mágica por el contexto y la belleza de la
Vecchia y Bellísima Venezia, y sobretodo por compartirlo con la persona que es mi pareja, mi compañera de viaje, Sílvia!.
Del viaje y las sorpresas que nos deparó (todas ellas magníficas y plenas!), ya os detallaré en otro post (no tengo todavía las fotos). Hoy os hablaré de la cena que disfrutamos en un muy buen restaurante de Venezia el sábado 2 de enero, concretamente en el
Ristorante da IVO.
A pesar de que íbamos preparados con material recopilado antes del viaje, recomendaciones de amigos, comentarios de venecianos..al final optamos por dejarnos guiar por nuestro propio instinto, y la elección no nos defraudó en absoluto!.
El Ristorante da IVO se encuentra a medio camino entre
el gran teatro La Fenice y
el Puente de Rialto, después de haber pasado la
Iglesia de San Salvatore (en la que nos regalamos el día anterior con un entrañable concierto de año nuevo). Venecia es una ciudad museo!, vayas por donde vayas siempre encuentras edificios con historia, iglesias, palacios,..es una gozada!. Pero dejo para más adelante la visita a la ciudad. Ahora toca hablar de lo que nos deparó la cena en el da IVO.
La entrada del restaurante es discreta y estrecha, con un sobrio banco de madera a la derecha de la puerta antes de entrar. Una vez dentro del local - pequeño, con las mesas bastante juntas, y sin embargo con notable comodidad a pesar del reducido espacio-, se aprecia una atmósfera elegante, con buen mobiliario y cuadros en las paredes, y rodeado el único salón con preciosas cacerolas de cobre y diferentes utensilios de cocina que cuelgan del perímetro de la sala.
La acogida es cordial, con un estilo aburguesado. Tras recogernos los abrigos..y las botas de agua! (ya os hablaré en el post del viaje sobre el tema del "aqua alta" que nos ha acompañado durante casi todos nuestros días en Venecia!) nos acomodan en la mesa que nos tienen preparada (habíamos reservado el día anterior). El local estaba casi lleno (eran las 20:45 cuando llegamos). Un par de mesas de turistas, y el resto se nos antojaron clientes locales (de un total de unas 8 mesas).
Tras ofrecernos la carta de platos, junto con la de vinos, el maitre nos acerca una tabla de platos del día con tentadoras sugerencias fuera de la carta. Mi idea del vino para acompañar la cena era la de un blanco con bastante volumen que no desmereciera ante la contundencia de nuestra elección culinaria. Le había echado el ojo a un vino de la zona de Friuli-Venezia Giulia, el
Jermann Vintage Tunina (la carta de vinos, lamentablemente, no indica las añadas, aunque en este caso mi ignorancia sobre las mismas para las regiones de Italia me dejaba en manos de la competencia del maitre). La añada era del 2004, que se me antojó idónea dada las características comentadas por el maitre (un coupage de 5 ó 6 tipos de uva diferentes, con una base de Sauvignon Blanc y Chardonnay que prometían suficiente estructura, y algo de madera). El primer impacto en nariz me recordó un buen Chardonnay español (Chivite Colección 125 aniversario) pero sin tanta presencia de madera..perfecto!. En boca, franco, sin aristas, graso y con considerable volumen. Optamos por judiones con gambas y judiones con huevas de salmón (en forma de paté) como primeros platos. Estos primeros platos fueron contundentes. Los judiones muy tiernos.
En la carta de sugerencias se ofrecía
"tagliolini con tartufo", a los que no pude reprimirme!. Es la época final del tartufo..y estaba en Venecia tras pasar un fin de año memorable con mi pareja!, así que me dije.."es lo que toca". Sílvia optó por la lubina al horno acompañada con verduras.
No fui el único que estaba tomando tartufo en el restaurante, pues la invasión de su aroma se apoderó irremediablemente de toda la sala!. Qué gozada!. Me presentaron los "tagliolini" (hervidos y ligados con algo de mantequilla), y seguidamente empezaron a rayar de forma muy generosa la "piedra" del tartufo!. Toqué el cielo!. Sílvia me miró consciente que empezaba a entrar en trance. A medio plato, de nuevo, nueva ración de
magnatum, mientras el risueño camarero me iba diciendo
"questo è una cosa molto seria"!. Genial!. El aroma del tartufo me poseyó totalmente!. Ese maravilloso tufo de gas puro, de tierra!..indescriptible el momento!.
Quise probar también la lubina al horno, que me pareció correcta, aunque excesivamente tratada (prefiero las de aquí, pasadas por plancha, o bien al horno con patatas y cebolla, y rociada con un buen AOVE una vez limpia).
Para finalizar, nos ofrecieron una especie de panetone (no recuerdo su nombre, pero insistieron que no era panetone) con las uvas de fin de año, refrendando un magnífico colofón a una cena estupenda!.
En definitiva, en nuestra primera y única visita, el Ristorante de IVO se nos mostró como un buen y pequeño restaurante, con una carta algo escasa pero deliciosa!. Pasaron delante de nuestras narices unos enormes filetes de buey a la plancha (unos 2 kilos cada uno), que filetearon para otra mesa.
Feliz año!.